Este año se cumplieron 10 años del lanzamiento del primer capítulo de Black Mirror. Una serie antológica de ciencia ficción distópica y costumbrista que explora metaversos high-tech retorcidos y en donde, de acuerdo con IMDb, “chocan las mayores innovaciones y los instintos más oscuros de la humanidad”. Razón por la que esta serie británica, creada por Charlie Brooker para Netflix, generó diferentes reacciones entre los espectadores. Si bien presentaba escenarios futuros, la cercanía a los mismos llegó a crear cierto sentimiento de paranoia, miedo e incertidumbre.
Una década después de mostrarnos el lado oscuro de una era tecnológica, sus nuevos usos en manos de terroristas, y los usos como parte del estilo de vida, se replantea nuevamente el concepto de metaverso como una posibilidad de futuro en comunicación, economía y entretenimiento. En este entendido, definimos los metaversos como universos o entornos en los que un ser humano puede interactuar mediante avatares de manera social en el ciberespacio. En estos entornos, –que me gusta dividir en ficción tangible e intangible– se logra una experiencia inmersiva y multisensorial con el uso aplicado de diversos dispositivos y desarrollos tecnológicos en internet. Paradójicamente es el entorno intangible el que está más cercano a la realidad.
Metaversos en la ciencia ficción
De esta división entre lo tangible y lo intangible de un universo ficticio, son los metaversos de la Ciencia Ficción en los que los humanos viven completamente esta experiencia inmersiva. De cierta forma son entornos completamente tangibles dentro de una realidad virtual. En 1992, Neil Stephen utilizaba por primera vez el término metaverso en su novela Snow Crash como la suma total de todos los mundos virtuales, incluyendo internet y realidad aumentada. En este universo interconectado el acceso está completamente controlado por una compañía de televisión por cable que tiene el monopolio de la información y las comunicaciones. El metaverso con forma de planeta esférico es poseído por una corporación y su espacio, completamente vacío, está en venta para que sus clientes compren espacios en él.
Más adelante, Ernest Cline nos volvió a acercar a los metaversos con Ready Player One. Una historia en donde, en un futuro no muy lejano, el mundo está congelado en la cultura pop de los años 80 y vive inmerso en un metaverso llamado Oasis. En la Oasis realizas prácticamente toda tu vida: citas, consultas, estudiar, hacer compras y hasta salir de fiesta. Como en cualquier realidad (virtual o física) el mundo está regido por dos grandes corporaciones tecnológicas, una de ellas quiere el poder sobre la otra. Desafortunadamente para esta, el concurso por el huevo de pascua escondido en la Oasis y que otorga el poder absoluto sobre el metaverso, es ganado por Parzival y sus amigos. En este metaverso más reciente podemos ver una conexión directa con los videojuegos y la cultura pop de los años 80.
Metaversos del presente extremo, el futuro ya está aquí
Incluso antes de Stephenson y Snow Crash, los primeros videojuegos de rol multijugador y previos, ya recreaban entornos 3d con gráficos vectoriales. Dentro de los multiversos actuales tenemos los videojuegos de rol multijugador masivos en línea o MMORPG. Son videojuegos de rol que permiten a miles de jugadores introducirse en un mundo virtual de forma simultánea a través de internet e interactuar entre ellos. Minecraft, Fortnite y Decentraland encabezan estos metaversos. Dentro de otros metaversos fuera de los videojuegos podemos encontrar OVR, After Earth, Upland, Earth 2 y VR Chat. La Realidad Virtual es la que ha logrado que los metaversos no ficticios pero intangibles sean posibles. De acuerdo con un texto de la BBC la RV permite herramientas sin limitaciones físicas, nuevas formas de comunicar experiencias y una plataforma para estudiar el cerebro humano.
El mes pasado de octubre, Marck Zuckerberg anunció que Facebook cambiaría su nombre a Meta. Esto con el propósito de ir un paso adelante en la creación de metaversos y mediante el lanzamiento de la plataforma Horizon Worlds. Este metaverso permitirá convivir con otras personas en un mundo de realidad virtual. En Horizon Worlds se podrá jugar, ver videos, meditar y crear tu propio mundo. Para poder acceder al metaverso será necesario descargar la app gratuita, tener una cuenta de Facebook y aditamentos tecnológicos especiales. Se podrá compartir el espacio virtual con otras 19 personas. Por ahora la plataforma sigue en etapa de prueba y solo está disponible para mayores de 18 años en Estados Unidos y Canadá.
Invertir en metaversos
Todos estos proyectos y metaversos van encaminados hacia una dirección, la económica. Tomemos por ejemplo los mil millones de dólares en manos de Sony y Epic Games para crear su versión del metaverso. Hace 10 años hablábamos de invertir en bitcoins y después utilizamos el término criptomonedas. Actualmente se habla de inversiones de metaverso, ya que este se encuentra valorado en 800.000 millones de dólares. Los MMORPG han elevado el costo de los fondos de inversión en plataformas virtuales. Las marcas comienzan a apostarle a la realidad virtual. Como ejemplo tenemos a Gucci, Nike y Coca Cola que venden ropa, calzado y accesorios en forma de archivos D2A en Fortnite y Decentraland.
Varias plataformas aceptan criptomonedas como pago por productos virtuales, incluidos los inmuebles basados en la realidad virtual. Los casinos y parques temáticos pueden ser monetizados por los jugadores en Decentraland y The Sandbox. El Fondo de Inversión Cotizado (EFT) Metaverso está basado en criptomonedas que invierte en empresas del metaverso. Tiene un valor actual de 74 mil millones de dólares, con intereses en 41 empresas de ocho países. Entre ellas se encuentran Cloudflare, Nvidia, Unity y Roblox, así como las pioneras del contenido metaverso Tencent, Sea y Snap.
OVR y el metaverso inmobiliario
Un ejemplo de las transacciones virtuales en metaversos lo tenemos con OVR. Esta plataforma es un metaverso descentralizado (su economía está basada en tokens con base en criptomonedas sin una empresa detrás que gestione el dinero). OVR es una capa digital que cubre todo el mundo. Está compuesto por 1,6 billones de hexágonos únicos llamados OVRLands. Las tierras se pueden comprar en el sistema mediante una subasta y luego negociarse o alquilarse de forma descentralizada. Los propietarios pueden contextualizar experiencias personalizadas relacionadas con ubicaciones geográficas específicas, desde contenido 3D estático, hasta juegos, eventos, avatares y cualquier experiencia imaginable.
Dentro del ecosistema OVR, se pueden ganar tokens al comprar, vender o alquilar OVRLands, o simplemente mediante apuestas de Tokens OVR. Los creadores de contenido pueden ganar al construir y publicar experiencias de realidad aumentada. Todos los activos de RA y RV son alojados por OVRNodes, una red IPFS (Sistema de Archivos Interplanetario) descentralizada que hará que la plataforma sea verdaderamente imparable. Los operadores de OVRNodes son recompensados con las tarifas de alojamiento generadas por la plataforma.
Ya sea que la realidad supere a la ciencia ficción o que pasen otros 10 años para alcanzar los metaversos de Stephenson y Cline, podemos estar seguros de que nuestra vida social, laboral y económica se encuentra en las plataformas digitales, el streaming y muy pronto (o ya) en el metaverso. ¿Miedo, emoción, ansiedad o incertidumbre? Nos vemos en Fortnite.
Este artículo fue originalmente publicado como parte de una colaboración con el sitio web coolhuntermx.